Familia, Amor y Comida
- Clau L.
- 13 jul
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 14 jul
El Perú es un país entrañable y mi familia lo sabe. Ruidoso y caótico pero lo llevamos en el corazón. No importa qué tan lejos estén o cuánto tiempo no estén aquí... Volver es algo que se hace necesario.
He tenido la gran suerte de tener aquí a mi sobrina Tinker en diciembre del año pasado y recientemente la fortuna de recibir a mi hermana Pao, su esposo y mi bella sobrina La China bella.
Juntos hicimos el recorrido gastronómico de cajón, como decimos los peruanos. Es decir, es obligatorio comer Perú.
El primer lugar es siempre el Barrio Chino y sus exquisitos bocaditos.
Gracias a los influencers, el Barrio Chino ahora es visitado por cientos de turistas a diario para explorar los rinconcitos que venden Minpau.
No faltaron las galletas de la suerte que siempre nos dan mensajes útiles.
Después de visitar la Catacumbas de la iglesia San Francisco, pasamos por los tradicionales Churros españoles.
Probamos de los tres sabores: manjar blanco (dulce de leche), crema pastelera (Bavaria) y chocolate.
Mientras que Tinker quiso hacer un tour gastronómico arriesgado comiendo Street food, Pao venía siguiendo los consejos de las redes sociales yendo a esos huequitos de Surquillo y Chorrillos: comida marina y amazónica respectivamente.
Fueron infalibles los anticuchos y picarones. Para mi sobrina La China, los anticuchos fueron sus favoritos. Ha regresado a Miami con un Doctorado probándolos en diferentes lugares, porque ningún lugar lo hacen igual. Los primeros que probamos fueron afuera del Circuito Mágico de las Aguas, pero, según su paladar, los mejores están en un restaurante dentro de Larcomar.
Por supuesto no pudieron faltar los chicharrones. Mientras que con Tinker fuimos al famoso restaurante Cordano junto a Palacio de gobierno, con Pao tuvimos un desayuno estilo peruano completo, hasta tamales hubo.
La idea era en un inicio comprar en otro lugar, pero terminó siendo de Tobi II, una chicharronería en Alejandro Iglesias, Chorrillos. Buen sabor y precio justo.
Ciertamente comer en Perú es rico, pero más rico es comer con la familia.
Recordar nuestra infancia y crear nuevos recuerdos para nuestra descendencia. La familia es un regalo muy valioso y yo solo puedo dar gracias por tener la familia que tengo.
Mientras mi hermana Pao y yo pasamos este delicioso tiempo en familia, mi hermana Anita desde Alemania nos recomendaba ver la película de Netflix Nonnas. La vi recién ayer, dos días después de que mi hermana regresara a Miami. No haré ningún adelanto para que ustedes mismos saquen sus conclusiones; solo diré que nosotras somos una familia que nació en el siglo XX y tuvimos la suerte de experimentar lo que es comer en una mesa tradicional italiana por el lado paterno. La nonna Pepina hacía un tuco delicioso con las mixturas de varias regiones italianas y también hacía una mazamorra morada de sabor muy peruano; y por el lado materno tuvimos la dicha de comer rodeados de nuestros abuelos, tíos y primos disfrutando la buena mano para la cocina de mi mami, mi abuela materna. La magia era que esas abuelas tenían a toda la familia unida, en cambio, en este siglo, parece que todo gira en torno a buscar la felicidad en otro lugar, con las familias que te da el destino o uno mismo elige y los grandes almuerzos familiares son cosa del siglo pasado que solo se pueden recordar reviviendo una receta vieja en algún pedazo de papel.
¿Cuándo fue tu ultimo almuerzo familiar en una gran mesa, todos juntos?
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