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¡Me salí de un grupo de Whastapp!

  • Foto del escritor: Clau L.
    Clau L.
  • hace 2 días
  • 4 Min. de lectura

¿Te ha pasado?

Vivimos tiempos de engaño tecnológico. De "aparentemente estar conectados", pero en verdad estamos desconectados.

Desconectados de la realidad, de la empatía, de la comunicación educada, de la humanidad.

Dentro del Nuevo Orden Mundial se ha impuesto la necesidad de estar comunicados a través de redes sociales. Cada vez menos se usa hacer una llamada telefónica para acordar reuniones incluso familiares. Y no vamos a negar que eso ha simplificado mucho las cosas. Todo es más práctico así. Pero por otro lado, este beneficio de comunicación se ha vuelto invasivo. Hasta hace unos años uno vivía dentro de su casa y para entrar en tu casa tocaban a la puerta o te hacían una llamada telefónica; si querías abrías la puerta, si querías contestabas el teléfono y si no querías no lo hacías y punto. Bastaba esconderse, apagar las luces, hacer silencio y mirar detrás de la cortina para investigar quien era el inoportuno.

Hoy en día todo ha cambiado. Sin previa consulta te agregan a grupos de Whatsapp. Si tienes hijos te agregan los grupos de aula y es justificable. Los profesores tienen una herramienta rápida de informar a los padres de familia las actividades escolares; pero de pronto, el presidente de la asociación de padres de familia hace un subgrupo en el que eres agregado y algunas veces hasta como Administrador del grupo.

Sin darte cuenta, al otro día recibes un mensaje de la Apafa y te preguntas ¿en qué momento se creo ese grupo??

Obviamente en tu centro de labores se han creado varios grupos de whatsapp: tu propia área de trabajo con tu jefe y compañeros; logística y el personal anexo para coordinaciones de mantenimiento; el encargado de operaciones creó un grupo contigo y dos personas más. A veces hay grupos de tres personas y muchas veces crean los grupos y simplemente nunca se realiza comunicación alguna.

Hay grupos de vecinos: del edificio, de la junta directiva, de la cuadra, de la manzana, y un sinfin de grupitos relativos a tu vecindario; hasta grupo de emprendedores del barrio.

Grupos religiosos, deportivos, de mascotas, de amigos por supuesto. Todos importantes. Todos tienen algo que comunicar o pedir...y mayormente es lo segundo.

Piden dinero. Siempre piden dinero. La verdad ese se ha vuelto la finalidad del whatsapp social: Actividades para recaudar fondos. Se entiende que hay muchas necesidades y hay obligaciones que no se pueden evadir. Pagos en la escuela, pagos vecinales de seguridad, limpieza, mantenimiento y remodelación, agasajos, fiestas patronales etc.

No hay una hora límite. Los mensajes llegan indiscriminadamente. Silencias las notificaciones, archivas grupos, simplemente no los lees. Entonces es ahí cuando un administrador de estos tantos grupos te manda un mensaje individual: "Hola, mandé un mensaje en el grupo y no has respondido". Una especie de acoso cibernético. Es que pertenecer a uno de estos grupos implica haber aceptado un contrato en una nube donde aceptaste todas sus políticas. Es demandante, agobiante, saturador. No tienes escapatoria, debes responder y hacer tus aportes económicos porque si no lo haces el grupo puede aplicar penalidades. Oh si, hay grupos que establecen pagos de multas, sobre todo los colegiales y vecinales. Los otros grupos a veces ejercen presión cuando de recolectar dinero se trata. Y uno entiende que hay necesidades que deben ser resueltas: colectas para mascotas en abandono, emergencias climáticas, algún conocido atravesando una dificultad... Uno piensa "Hoy por ti mañana por mi". Nadie sabe las vueltas que dará la vida. Quizás algún día unos de estos grupos me ayude a mi también.

Pero viene el día que expresas tu propia necesidad de ayuda y el grupo en pleno rechaza tu solicitud. A veces un simple "¿me ayudarían compartiendo un flyer?" al que responden: "Disculpa amiga, este grupo no es para eso". Me pasó una vez que, después de dar mi aporte a una junta directiva, solicité apoyo para la gestión fumigación con la municipalidad del distrito debido a la proliferación de insectos. Si lo hicieron, pero nos dijeron que la fumigación solo sería solo en algunas manzanas porque el municipio no se daba a basto para todas, obviamente no pasaron por mi casa, pero si por las casas de los miembros de la directiva.

En un grupo de ayuda para mascotas en abandono, una amiga comentó que ayudó a un perrito atropellado dándole primeros auxilios y administrando una medicación de venta sin receta para el dolor. Se armó la tole tole cuando los administradores del grupo leyeron el mensaje de mi amiga. "¡Usted no puede hacer eso! Para eso esta este grupo, usted no puede administrar medicinas. Nosotros los llevamos al veterinario y luego hacemos la colecta de dinero". El perrito ya estaba a salvo con los cuidados de mi amiga. Pero el "grupo" insistía en llevarlo al veterinario y la verdad ya no lo ameritaba. Mi amiga terminó sintiendo que su apoyo fue menospreciado y se salió del grupo. Yo tardé un poco más en salirme también.

En conclusión uno siempre espera reciprocidad, gratitud, la equidad que tan de moda está.

Pero cuando empieza a fallar el "Hoy por ti mañana por mi" y todo se vuelve un "You Just Pay" se va perdiendo la esencia humana del grupo.

Tal vez todos deberíamos evaluar nuestro comportamiento en los grupos de Whatsapp, tanto los administradores como el menos activo de los participantes, ese que nunca opina y menos aporta ideas o dinero. Tal vez todo radica en dejar de ser menos egoístas, de querer tanto protagonismo y dejar que todos puedan desarrollar proyectos siempre y cuando sean por un bien común. Los administradores de los grupos de Whatsapp sufren de un tipo de mini efecto de Poder absolutista, son como pequeños dictadorcillos totalitaristas con matices narcisistas. Un poco de Ubicaína no les caería mal de lo contrario quedarán solos en sus grupos.







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