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Foto del escritorClau L.

La enfermera Chepita

Nació en Arequipa y murió en Lima. Así podemos reducir la vida de todo el mundo. Pero hay muchos años y vivencias entre las dos etapas mas importantes de nuestras vidas: nacer y morir.

Hay toda una vida. Y así inicio para contar solo un pedacito de la vida de Chepita, mi bisabuela.

Siempre estuvo en nuestras conversaciones. A través de mi madre siempre estuvo presente.

Para mi madre era casi su ídolo de la niñez. Pasaron mucho tiempo juntas así que se hizo un vinculo muy fuerte. Ya de adulta mi madre le compuso una linda canción: ♪ "Que bonita es mi abuelita, mi abuelita corazón, siempre sentada en su silla tejiendo un ropón" ♪ -algo asi-



Mi madre la amaba. En las sobremesas hablaba de ella. Y de todas las anécdotas, muchísimas, hoy escribiré sobre su tiempo de enfermera en el hospital de Matucana.

Mi madre era pequeña cuando mi bisabuela trabajaba en el Hospital de Matucana. Iba en tren hasta la estación de Desamparados en el Centro de Lima, llevando un porongo de leche fresca para mi abuela; dejaba el porongo y recogía a mi madre que esperaba que llegue el tren desde muy temprano. Ese debe ser uno de los recuerdos mas bellos de mi madre.

Solía pasar algunas temporadas en el hospital mientras mi bisabuela trabajaba como enfermera. Hasta donde sé, no había estudiado para ejercer ese oficio, sin embargo había aprendido muy bien todo lo que refiere a la profesión de la salud.



Pueblo de Matucana, sierra de Lima


Mi madre nos contaba sobre un famoso paciente que se recuperaba de tuberculosis. Era un hombre alto y andaba con el sombrero puesto. A veces, en las noches, veía su sombra rondar por los pasillos del hospital. Le causaba algo de temor. ¿Era realmente un paciente insomne o la sombra de un alma penitente?

Lo cierto es que de esa experiencia en el hospital mi madre aprendió mucho sobre los cuidados a los enfermos con TBC (Tuberculosis).

Las habitaciones debían limpiarse con esmero, cambiar las sabanas frecuentemente, ventilar la habitación, mantener las cortinas y ventanas abiertas porque es vital la luz del sol para combatir el bacilo de Koch. Pero sobre todo hay que tener una muy buena alimentación,

Mi madre lo aprendió de niña, pero el aprendizaje lo llevó hasta su adultez. Así nos enseñó a nosotras, sus hijas. Para cuando ya éramos niñas con responsabilidades nos ordenaba arreglar nuestras habitaciones: barrer y ventilarlas, agregando la frase celebre: "En el desorden vive el diablo". Yo agregaría "en el desorden y el encierro vive el diablo".


Precisamente en estos tiempos nefastos de enfermedad, donde los médicos te recomiendan encerrarte y evitar espacios abiertos, recuerdo las enseñanzas de mi bisabuela Chepita que pasaron de generación en generación. Mi bisabuela Chepita pasó muchos de sus años trabajando en un hospital con pacientes con TBC y vivió muchos años, mucho más de ochenta.

Mi madre aprendió de mi bisabuela y abuela todos los cuidados primarios para curar gripes y bajar fiebres, pero sobre todo, como evitar enfermarse con buena alimentación y lugares limpios, ventilados y frescos, y mejor aun; luz y calor solar.


Hoy vivimos una serie de prohibiciones que nos hacen olvidar lo que nos enseñaron nuestras abuelas. Vivimos en medio de una paranoia sanitaria, donde al contario de buscar una vida de calidad, nos dirigimos hacia una vida aislada y en las sombras como el paciente con TBC del hospital de Matucana. ¿Por que queremos llevar una vida de enfermos si estamos SANOS????

¡Vamos!! Es hora de Re aprender a vivir como gente SANA mirando al sol y recibiendo su energía vital.


Así que mi consejo es el coro de una famosa canción de los 80's: "Vamos a la Playa oh oh oh oh"


Aliméntese bien, limpie y ordene su habitación y disfrute del SOL


Mi bisabuela se llamaba Josefina Mariluz, Descanse en Paz.








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