Reina de alfajores
Yo siento orgullo por mis dos hermanas. Las dos son maestras de la repostería. Hacen maravillas que yo no podría hacer. Una de ellas vive en Miami, Paola, y aunque trabaja de tiempo completo también se da espacio para encantar a todos con sus delicias. Gracias al internet podemos mantenernos comunicadas y estar al tanto de sus más recientes producciones gastronómicas.
Ella tiene La Magia en las manos
Sobre el bizcocho esponjoso hecho unos días antes vierte la salsa de chocolate que cae armoniosamente por los bordes. Coloca fresas frescas como base de la decoración: esta vez es de Halloween; una calavera en uno y en otro las patas de una bruja de cabeza, zambullida en el pastel sin poderse resistir a devorarlo. No puede ser de otra forma, la magia está cerca.
Es magia.
Su talento para la repostería nació casi de casualidad cuando trabajaba para una reconocida clínica de Lima. Yo había hecho unos alfajores en casa para regalar y ella quiso que hagamos un negocio. Yo me eché para atrás pero ella un buen día emprendió su pequeño negocio de Alfajores. Hizo 10 cajas para probar suerte vendiéndolos entre sus compañeros de trabajo y de ahí directo al éxito. De pronto ya tenía que producir muchos más y establecer dos días para el reparto: martes y jueves.
Yo trabajaba y estudiaba; aparte iba a la iglesia y no tenía mucho tiempo libre. Una noche llegué a casa muy tarde y saludé a mi hermana que estaba preparando sus alfajores. Literalmente tenía que amanecerse haciéndolos. Esa noche me fui a dormir dejándola sola en la cocina. Yo estaba cansada. De pronto, ya de madrugada, oí unos fuertes ruidos en la cocina. Me levanté para ver lo que pasaba. Vi a mi hermana llorando mirando al suelo, viendo sus alfajores rotos. La bandeja se le había caído. Ella también estaba cansada. Eran casi las 4 de la madrugada. Era jueves, día de reparto. Mi madre también se había levantado. Ya no había tiempo para rendirse ni abandonar el barco. Los clientes esperan los ricos alfajores. Hay que hacerlos otra vez. Juntas terminamos a tiempo. A eso, ahora, le llaman RESILIENCIA.
Sus alfajores alcanzaron tanto éxito que no solo la clínica donde trabajaba la contrató para agregarlos a su menú; también la reconocida tienda de Alfajores de Lima le propuso contratarla como administradora de la tienda que estaba al frente de la clínica. ¡La competencia fue dura!!
No mucho tiempo más vivió en Lima. Emigró. Como ya les dije, soy de una familia de migrantes. Mi hermana tardó un poco en hacer conocer su destreza repostera a sus nuevos amigos, pero cuando lo hizo, y también de manera muy casual, encantó a todos los que han tenido la suerte de probar su magia. Es el amor y dedicación que pone en cada producción. Cada detalle digno de alabanza. Y como si fuera poco, te regala su hermosa sonrisa. Nadie sabe si durmió poco o si tuvo que enfrentar alguna vicisitud de la vida. Ella solo usa su poder interior.
Como muchas mujeres que conozco que son madres, que trabajan fuera y dentro de casa, que tienen que enfrentar la vida acompañadas de una absoluta soledad aunque ahí estén todos los demás tratando de dar amor y apoyo, la carga al final la llevan solas. Pero es el amor, que se da y que se recibe, el que alimenta la magia. Al final, tu sonrisa es la magia y el verdadero manjar.
Por ahora yo no puedo probar los pasteles de mi hermana, pero puedo sentir su magia a la distancia, porque el poder de esta maga se siente de lejos.
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